DESCENDIMIENTO, DE PEDRO DE CAMPAÑA (Sevilla)
Ver hilo de Twitter SEVILLA DE PASO. Morfología de un cuadro: la composición
Sacristía Mayor de la catedral de Sevilla
Renacimiento clasicista de mediados del
s. XVI
Pedro de Campaña / Pieter Kempeneer,
1547
Este
cuadro preside el altar de la Sacristía Mayor, pero no es la única obra del
autor en la catedral sevillana. De mayor envergadura es el retablo de la
Purificación de la Virgen encargado por Diego Caballero para su capilla
funeraria (capilla del Almirante). Hay más en Sevilla (retablo de Santa Ana de
Triana). Y en Cádiz, Mº de BB.AA, (otro descendimiento)… Sin embargo, el mejor
pintor andaluz del Renacimiento era extranjero.
Pieter
Kempeneer, nacido en Flandes, después de una estancia en Italia (Venecia,
Bolonia y Roma), se instaló en la ciudad desde 1537 hasta 1562. Sevilla era una
de las más prósperas del mundo gracias a su monopolio comercial con América.
Vuelto a su Bruselas natal morirá en 1580. Astrónomo, arquitecto, escultor,
pintor, un hombre del Renacimiento.
Aunque
el cuadro se encuentra hoy en la catedral, se pintó por encargo de don Fernando
de Jaén para su capilla funeraria en la iglesia de Santa Cruz. Ya no existe, derruida
en 1814 por José I Bonaparte, el “rey plazuelas” en su afán por abrir espacios
en los cascos antiguos. Queda la plaza de Santa Cruz.
Es un óleo de dimensiones considerables (320X191) que presenta un deterioro importante en las uniones de sus tablas horizontales. El lienzo, aunque ya afianzado en Venecia su lugar de origen, aún era excepcional en España como soporte para la nueva técnica.
El
tema del descendimiento de Cristo de la cruz fue muy frecuente en el
Renacimiento hispano, donde lo religioso tuvo mucho más peso que lo mitológico,
y eso que aún no había terminado el concilio de Trento.
En
un primer plano (sólo por delante hay un pequeño fragmento de suelo con los
tres clavos, las tenazas y la corona de espinas) se amontonan todos los
personajes que según los Evangelios estuvieron en el Calvario. Cuatro hombres:
Cristo muerto es bajado de la cruz (crux
commisa, en T con la inscripción INRI) desde lo alto de dos escaleras, por
José de Arimatea a la izq., (que cedió el sepulcro para el entierro y cuya boca
aparece a la izquierda) y por Nicodemo a la dr. (fariseo prominente y bueno,
posiblemente miembro del sanedrín de Israel, Jerusalén se intuye en el
paisaje). Con aspecto alucinado, el apóstol san Juan, el único presente en el lugar,
sostiene las piernas de su maestro. Y cuatro mujeres en la zona baja; la Virgen
María aparece a la derecha desvanecida y sostenida por María de Cleofás y María
de Salome. A la izq. María Magdalena lleva el frasco de los ungüentos para
el embalsamamiento. Todos los personajes sagrados presentan un discreto nimbo
de santidad. Apenas queda sitito para el paisaje.
La
obra está firmada en su ángulo inferior izq. como “HOC OPVS FACIEBAT PETRVS
CAMPANIENSIS”.
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Esquemas compositivos |
En
cuanto a la profundidad, descartados los recursos lineales, se organiza en dos
planos básicos. El primero y más próximo, el del descendimiento propiamente, aparece
levemente tumbado hacia lo alto, con los personajes y objetos alejándose poco a
poco, desde la tenazas del suelo al INRI en lo alto de la cruz.
Detrás,
de golpe, la perspectiva aérea lanza el paisaje hacia la lejanía enfriando y
difuminando los colores desde el talud con la boca del sepulcro, pasando por la
recreación confusa de Jerusalén y terminando en unas casi imperceptibles
montañas azules, donde estalla la luz del cielo que vuelve a aproximarse a
nosotros en sucesivas oleadas de nubes.
Todavía
hay dificultades para inscribir la escena en un espacio continuo en
profundidad. Este “aspecto escenario” no se superará del todo hasta el barroco.
El
Renacimiento llegó a España desde Italia con un siglo de retraso, como al resto
de Europa. Primero a Aragón (Valencia), luego a Castilla (Toledo, Sevilla). El
s. XV, que allí es Quattrocento, aquí aún es gótico.
A
principios del XVI, sin embargo, y gracias a la presencia de la corona de
Aragón en el reino de Nápoles afianzada por los Reyes Católicos, los contactos
serán fáciles y frecuentes. De la mano de pintores italianos venidos de esas
tierras, como Paolo de San Leocadio, o de los de aquí que iban allá atraídos
por los grandes maestros, como Pedro Berruguete. Todavía en este primer
Renacimiento hispano perviven gustos góticos (retablos, dorados, estructuras
arquitectónicas…).
Pero
cuando a mediados de siglo Pedro de Campaña pinta en Sevilla, el clasicismo se ha
impuesto y Rafael y Miguel Ángel marcan la pauta.
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Grabado de Raimondi |
Este
influjo italiano siempre peleó con sus orígenes flamencos y su admiración por
Durero. En el retablo de la Purificación (1555), también en la catedral,
triunfa el primero, siendo evidente la similitud con la Escuela de Atenas de
Rafael.
Sin
embargo, vuelto en su vejez a Bruselas, reapareció su espíritu germánico como
puede apreciarse en el pequeño Descendimiento, conservado hoy en el Museo del
Prado. Hasta su tamaño (24,3X20,6) es flamenco.
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Retablo de la Purificción Descendimiento del Prado |
La vida del artista abarca los reinados de Carlos V y Felipe II casi al completo. Lo dicho, en Sevilla, auténtica capital económica del Imperio, sin duda fue el pintor más importante del Renacimiento. Quizá también de España, o al menos a la altura de Juan de Juanes y Luis de Morales, aparte El Greco, que es más tardío y propiamente manierista.
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